No te acostumbres a mi voz, no te acostumbres a mi modo de pensar ni de actuar. No te acostumbres a mis risas, ni a las reales ni a las fingidas, no te hagas dependiente del silencio de mis labios cuando mis ojos te miran. No te acostumbres a mis caricias espontáneas, al te quiero verdadero ni al olor del perfume que utilizo para ti. No te acostumbres a mi oído que te escucha cuando algo te aqueja, ni recuerdes estos ojos que en la noche derrochan el agua que le falta al Sahara.
No te acostumbres a mi, pues algún día partiré, me cansaré de mirar al horizonte esperando un minuto de tu tiempo, de mendigar afecto, de simplemente esperar que valores lo que hoy te doy y que aún no logras percibir.
En tres palabras, no te acostumbres...
De mi puño, letra y corazón. EV.
No hay comentarios:
Publicar un comentario